domingo, 19 de octubre de 2008

RUTAS EN MOTO

Caminos de glorioso asfalto

Son frecuentes, entre los aficionados moteros residentes en Madrid, las escapadas de domingo al collado conocido como Puerto de la Cruz Verde, apenas unos kilómetros más allá de El Escorial, en dirección a Avila. Sin embargo, no son muchos los que deciden continuar el camino, sumergiéndose en la experiencia de carreteras solitarias y curvas gloriosas que nos brinda el macizo imponente de la Sierra de Gredos.

De hecho, ya los primeros kilómetros desde la Cruz Verde hasta Robledo de Chavela presentan una densidad de tráfico anormalmente baja para tratarse de carreteras madrileñas, y el trazado amplio de las curvas hasta el desvío a Cebreros por la Av-562 permite una conducción sumamente relajada.

Apenas pasado Cebreros comenzamos a rodear el embalse del Burguillo, donde abundan los veleros y los chiringuitos al borde del agua. Allí, en los días calurosos de verano la tentación de parar es grande. ¡Lástima que no esté permitido el baño! Sin embargo, los roquedales y las cumbres, que permanecen nevadas buena parte del año, son el signo de identidad de esta comarca, carente, por lo demás, de atractivos monumentales que recomienden la visita a las minúsculas poblaciones que se aparecen, semifantasmagóricas, a los lados de la carretera.

Si aprieta el hambre merece la pena esperar al cruce de la Venta del Obispo, 50 kilómetros más allá de El Burguillo, donde las diversas casas de comida nos ofrecen siempre lo mejor de la gastronomía abulense: ternera, cochinillo, cabrito, y las siempre apetitosas patatas revolconas, donde el único riesgo que asumiremos es el propio de las digestiones pesadas.

En la Venta del Obispo deberemos coger la nacional 502 que, procedente de Avila nos lleva raudos a Arenas de San Pedro, no sin antes superar el mítico Puerto del Pico: con sus casi 1.400 metros, aúna un valor paisajístico e histórico (por su calzada romana) de primer orden, con unas curvas de asfalto impecable y trazado «voluptuoso».

En lo alto del puerto mana de una fuente de tres chorros un agua siempre cristalina que sabe a auténtica gloria en los meses en que el calor aprieta bajo el mono de cuero. Y a mitad de los 20 kilómetros que separan el Pico de Arenas, no está de más la visita al espléndido Castillo de Mombeltrán, del siglo XIV.

Arenas de San Pedro, ya en el límite meridional de la Sierra de Gredos, está masificado en los periodos vacacionales, pero de ordinario y especialmente en invierno, es un excelente lugar para hacer parada y fonda por su buen número de rincones con encanto.

Editado por JAIME ESTEVEZ para http://elmundoviajes.elmundo.es/

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