El fotógrafo Jesús Miguel se convierte en este Carnaval en el más universal de los pistoleros: Muel El Niño, un atrevido e intrépido aventurero del Oeste americano.
¡Dios mío, no dispare!
-Tranquila, está usted en buenas manos, señorita.
-Hum, eso de señorita me ha gustado, oiga.
-(Se acaricia el mentón) Pues... podría enseñarle muchas cosas.
-Ya, ya, ya le veo que va muy bien armado.
-Sepa usted que donde pongo el ojo, pongo la bala.
-¿Dónde dejó el caballo?
-Desde la peste equina tuve que cambiar el caballo por un cerdo.
-Home sí, y me lo creo.
-¡Por las balas de mi... en el Oeste llamamos así a las Harley-Davidson.
-¡Ah!, oiga y se encuentra muchos indios por ahí.
-Nativos lo que se dice nativos pocos, pero gente opositando para conseguir el papel a cientos.
-¿Cual fue su último disparo?
-Cada sábado hago más de mil.
-Me está aterrorizando.
-Son disparos fotográficos... es que no se entera de una.
-Sí me entero sí. Y cuente, de los otros, ya sabe...
-No sé qué quiere insinuar señorita, pero no recuerdo haber pegado un gatillazo en mi vida.
-¡Bueno!, los pistoleros tienen fama de fanfarrones.
-Despístese un poquitín y ya verá qué susto lleva.
-Oiga, que no llevo ni cancán ni trabajo en un saloom.
-¡Ja!, al final las modositas son las peores.
-Mire que no está como para pocas bromas o ninguna,
-¿Por...?
-Ofrecen 15.000 dólares por su cabeza.
-¡Ay!, se nota que estamos en tiempos de crisis. Hace unos meses hubieran pedido tres veces más.
-Repito lo de fanfarrón y pistolero.
-No... realista, señorita.
La Nueva España.Diario Independiente
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