domingo, 31 de mayo de 2009

DE MACARRAS A YUPPIES Un fenómeno llamado Harley

El culto a su imagen la ha convertido en una de las compañías más saneadas del sector

William S. Harley y Arthur Davidson no podían imaginar, cuando terminaron de fabricar su primera motocicleta en 1903, que estaban asistiendo al nacimiento de un símbolo.

Diversos factores han contribuido para que la Harley Davidson sea considerada más como un fenómeno social que como un mero medio de transporte. En los años 20 comenzó a forjarse esta leyenda con la aparición del primer motor bicilíndrico en V de la marca de Milwaukee. Después llegaron los cromados, modelos cada vez más elaborados y, finalmente el cine, con Elvis Presley, Marlon Brando y, más recientemente Arnold Schwarzeneger, se encargó de convertirla en una estrella universal. Peter Fonda y Dennis Hooper, paseándose a lomos de sus Harley Davidson por la América de los sesenta en Easy Ryder, lograron calar hondo en la juventud de la época al transmitir esa sensación de libertad tan en boga en la sociedad de aquellos años. Y es que ningún otro vehículo logró sintonizar de tal forma con el carácter rebelde de los jóvenes de entonces.

El auténtico y genuino harlista fue tradicionalmente el macarra, el out sider o fuera de la ley. Vestido siempre con su cazadora de cuero, escondía llamativos tatuajes y el centro de su mundo era su caballo de hierro, su inseparable Harley Davidson.

Moda americana

En Europa se veía a esos muchachos como gente poco recomendable y a esas motocicletas como vehículos en periodo de extinción, mientras las BMW, BSA, Triumph y unas recién llegadas marcas japonesas hacían irreversiblemente su agosto. Pero con el paso del tiempo las cosas han cambiado mucho, y las Harley Davidson son hoy en día motocicletas elitistas, objetos de lujo no aptos para todos los bolsillos. Lejos de ser un símbolo vinculado a una ideología, esta marca se ha convertido en un reclamo comercial para toda clase de fines.

Desde el Harley Davidson Café que siguió al Hard Rock Café en la calle 57 de Nueva York, pasando por calzoncillos, gorras, colonias o encendedores, muchos son los fetiches que se comercializan aprovechando el tirón de imagen que les proporciona la célebre motocicleta de Milwaukee.

Pero la historia de Harley no ha sido un camino de rosas. Hace trece años, la baja productividad, la competencia japonesa y su falta de tecnología colocaron al mito al borde de la desaparición. Sin embargo, el pequeño gigante despertó de su letargo gracias a la clarividencia de un grupo de jóvenes y emprendedores empresarios que adquirieron la compañía en 1981.

Crisis de identidad

La filosofía de los nuevos propietarios era clara: "Seguiremos con el harlista de siempre pero, además, fabricaremos un producto exclusivo para los yuppies de París, Hamburgo o Sidney". El resultado es que Harley Davidson es actualmente una de las compañías más saneadas del sector, y que sus motocicletas causan furor por todo el mundo.

Este éxito es todavía más espectacular si consideramos que una Harley es, de media, un 25% más cara que una custom japonesa. Pero es que es la auténtica, sentencian sus privilegiados clientes, que aseguran que ninguna moto actual tiene nada que ver con una Harley porque, al margen de otras consideraciones, ésta representa un estilo de vida diferente. Otra de las peculiaridades que hacen de las Harley algo más que una motocicleta es el hecho de que estén censados en todo el mundo más de 150.000 propietarios en sus diversos clubes de socios.

España no ha sido ajena a su éxito, y su mejor embajador fue Jaime de Mora y Aragón, amante de estos vehículos y participante en las concentraciones se celebraban en Marbella. En el presente año, la compañía Harley Davidson ha potenciado todavía más el made in USA en su actual gama de modelos, que van desde la sencilla Sportster hasta la Electra Glide pasando por la Fat Boy, que es la que mejor resume su manera de hacer de siempre. Profusión de cromados, mejoras técnicas como la inyección electrónica y mayor equipamiento contribuyen a potenciar el refinamiento de unos productos fabricados con el sello de la tradición.

Evidentemente, el sonido de sus motores, que ha sido registrado recientemente por la oficina norteamericana de patentes y marcas, sigue siendo uno de los valores intrínsecos de las Harley. Es, sin duda, el sonido de América.

Editado por ALEJANDRO MOÑIZ en http://www.elmundo.es

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