miércoles, 1 de julio de 2009

La esquina del viento (Autovías. ¡Qué suerte!)


Autovías. ¡Qué suerte!
Hace ya algunos años que este país cuenta con una red de autovías bastante completita y aunque siempre hay quejas por parte de la mayoría de los conductores, la verdad es que se puede ir casi a cualquier sitio por algún tipo de vía rápida, o al menos llegar muy cerca de nuestro destino. Kilómetros y kilómetros de tira asfáltica con suaves curvas. Sin adelantamientos, sin apenas subidas ni bajadas. Sin semáforos, sin cruces, sin pueblos, ¿Qué suerte verdad?
¡Y una MIERDA! Me aburro, me duermo, me desespero. Rectas interminables, paisajes sin gente, gasolineras idénticas unas a otras, kilómetros que no acaban y señales que se repiten continuamente con nombres de sitios que ni siquiera se ven. Supongo que al conductor del último modelo de pepino, escondido tras su cúpula y a 230 km/h, le parecerán emocionantes. Pero yo no puedo evitar que cada día me toquen más los… ¿Dónde queda el placer de viajar?¿Qué gracia tiene ir de un sitio a otro si por el camino no veo nada? ¿Cuál es la diferencia entre atravesar por la autovía Valdepeñas, Zaragoza o Tordesillas? ¿O a caso se nos ha olvidado que viajamos por placer?
Desde esta esquina y aún a riesgo de quedarme solo, reivindico las regionales, las comarcales, las travesías y, si me apuras, hasta las curvas peligrosas. Hecho de menos los pueblos, las carreteras sinuosas, los barecitos de la aldea donde tomabas un café mezclado con la gente del lugar, incluso hecho de menos el tener que bajar el ritmo a 20 km/h porque pasaba cerca de un colegio. Aquello, además de despejarme, me permitía, aunque fuese de pasada, ver algo del lugar en el que estaba.
Recuerdo perfectamente el trayecto entre mi ciudad y otra no muy lejana durante el cual tomaba café con churros en la plaza de un pueblecito cercano, pasaba por la puerta del castillo que hay tres pueblos más allá y tomaba una tapita de lomo con un caña seis pueblos después. Hoy con las variantes y rondas nuevas tardo media hora menos, pero te aseguro que no sé ni por donde voy.
Seguro que todo esto está muy bien, sobre todo para los transportistas y viajantes, a los que comprendo perfectamente y que no tienen más deseo que el de llegar los más rápido posible a su destino. Sé que probablemente no llevo razón y que lo que están haciendo es precisamente lo que había que hacer. Pero digo yo, ¿no habría alguna forma de combinar las dos cosas? Particularmente, y siempre que puedo, elijo rutas alternativas a las vías rápidas, pero casi siempre hay alguien con prisa, incluso algunas veces, es a mí a quien le pica el culo. Lo más seguro es que todo esto no sirva para nada y que las cosas sigan por donde van, pero no quería quedarme con las ganas de ejercer mi derecho al pataleo y a enviar unas ráfagas a esas carreterillas en las que cuando te cruzas con otro Biker, lo saludas, sobre todo por que le ves la cara. A esas rutas de montaña plagadas de curvas y sobre todo a esos miles de pueblos que desde que la carretera pasa por fuera, o por encima, están un poco más muertos.
MATEO

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