miércoles, 22 de julio de 2009

La esquina del viento(Aficiones violentas, los buenos y los malos)



Aficiones violentas, los buenos y los malos
Según la sabiduría popular, no cabe duda que los motoristas son unos de los grupos más violentos que se conocen. Para ello basta con acercarse a cualquier concentración: peleas, navajazos, botellazos y todo tipo de broncas. ¿¿?? Concentraciones multitudinarias como las carreras de Jerez, Pingüinos o Faro se distinguen por el elevado número de víctimas habido en las reyertas que se llevan a cabo durante su celebración ¿¿?? Por si te quedase alguna duda no tienes más que ver en cualquier película en la que aparezcan un grupo de malvados y esos, seguro que van todos en moto. Y para acabar de convencer a los más incrédulos, recordarte que incluso la muerte de la jodida Lady Di fue culpa de unos motoristas.
Por contraposición, y afortunadamente, existen otras aficiones mucho mejor vistas y clarísimamente pacíficas. Por ejemplo: el puto fútbol. Qué maravilloso ejemplo de deporte nacional y de aficiones educadas y respetuosas. No hay más que ver esos estadios: un foso de dos por dos (para recoger la pelota por si se cae), con una valla alrededor de todo el campo de tres metros de altura (para que ningún espectador sufra un pelotazo, supongo), con detectores de metales en la entrada (creo que para verificar si llevas marcapasos). Así es normal que esas aficiones estén bien miradas, tanto que incluso cuando creen que algún grupo puede armar un poco más de ruido, llega al estadio escoltado por doscientos antidisturbios.
Te imaginas lo que diría la policía si te plantas en la comisaría y dices: "Buenos días. Voy a organizar una reunión de motos a la que van a venir trescientos aficionados a pegarle a todo el mundo, quemar coches y destrozar todo cuanto encuentren", y el agente te respondiese: "muy bien, pues no se preocupe de nada, nosotros le enviamos un autobús para recogerlos y escoltarlos durante todo el recorrido". Así da gusto. No deja de ser maravilloso ver a esos padres que enseñan a sus hijos a lanzar bengalas que han entrado camufladas en el bocata de salchichón. Es digno de ver con qué elegancia lanzan objetos contundentes a los árbitros o jugadores del equipo contrario, con la mejor de las intenciones (supongo) y sin embargo siguen manteniendo su estatus de afición saludable. ¿Será por el ejercicio que hacen desde sus butacas mientras insultan al otro equipo? Pero, y por sorprendente que parezca, cuando se habla de aficionados al fútbol, no se los relaciona con una panda de delincuentes. Si comentases con alguien que eres de un equipo o de otro, nadie te pondría mala cara. Pero si se te ocurre decir que tu afición son las motos, inmediatamente te tachan de macarra.
Resumiendo, con todo esto lo único que podemos sacar en conclusión es que la mala fama no tiene por que tener nada que ver con la puta realidad. Sencillamente está ahí y te jodes.
Te guste o no, tenemos una imagen de malos que es la hostia, y esa no hay quien nos la quite de encima. Ya sabes aquello de «cría fama y échate a dormir», pero a mí personalmente, eso no es lo que me preocupa. Hace ya mucho tiempo que me importa un pijo lo que la gente piense de mí. Lo que sí me preocupa es la cantidad de fantasmones que se pasean sobre dos ruedas y que aprovechan esta mala fama para ir de "elementos peligrosos" cuando en realidad, no son más que unos payasos. Yo no sé qué hostias se creen, ni para qué coño les sirve. Supongo que antes de tener la moto sólo eran los gilipollas de su barrio, y ahora les va eso de que la gente se aparte cuando les ve llegar. Pues muy bien, estimados Sres. Malos de pacotilla, sepan ustedes que con ir de malos no consiguen más que perjudicarnos a todos aquellos que estamos orgullosos de no ser unos delincuentes (¡ojo!, no confundir con ser unos gilipollas). Y otra cosa más: algún día te cruzarás con los que son malos de verdad (estos, por lo menos, son como son y no van de nada), te partirán la cara y encima no podrás quejarte.

MATEO

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