miércoles, 15 de julio de 2009

La esquina del viento(Las voy a echar de menos)


Las voy a echar de menos
Bueno, pues nada, ya está aquí el buen tiempo y, por supuesto, se agradece. A tomar por culo el mono de agua, el casco integral, los cuatro jerseys y las dos chupas de cuero. Nadie va a poner en duda que es mucho más agradable meterte un garbeo cerca de la playa sin camiseta o simplemente con la máquina aparcada en el chiringuito y llenando la panza con una enorme jarra de cerveza y el culo en la arena.
Pero con el buen tiempo se acabaron las invernales, y este año las voy a echar de menos. Echarle un par de cojones y durante el peor temporal, cargar la moto mientras el capullo de tu vecino te mira como si estuvieses violando a su hija. Rodar por un asfalto empapado de agua o nieve. Atravesar una espesa niebla y comprobar que en el otro lado hay un grupo de valientes que tampoco se lo han pensado dos veces y sentados alrededor de una fogata, están dispuestos a compartir la priva, el condumio y una agradable conversación.
Calentar en una lata un poco de sopa (con su buen chorrito de aliño). Pasar la noche contando gilipolladas. Escuchar, rodeado del vaho de la respiración y el humillo de las longanizas, las batallitas de los demás, con el cielo justo donde acaba la punta de tus cuernos y los dedos entumecidos por el jodido frío. Encontrarte, mientras pides un carajillo a ese tipejo que hace dos años que no ves y que conociste un día en cualquier puto bar de carretera. Llenarte de barro hasta las orejas intentando sacar esa máquina que se ha quedado pillada para, únicamente recibir un saludo con la mano y una sincera mirada que, apenas puedes distinguir entre las bufandas y pañuelos que le tapan la cara al dueño de la semienterrada moto. Entre hermanos no hace falta darse las gracias.
Volver a casa después de varios días con la misma ropa que saliste, las alforjas llenas de mierda y una extraña sensación de que una vez más eres tú el que ha salido ganando. Esta vez, además de la moto llena de mierda, has traído el recuerdo de un par de buenos tipos que acabas de conocer y la satisfacción de haber vuelto a ver a algunos que ya conocías. Dicen que en los momentos difíciles es cuando las personas muestran lo mejor de sí mismas y no cabe ninguna duda de que es mucho más duro rodar en el más puro invierno que en el calorcito primaveral.
El invierno se acaba y no importa. Ahora luce el sol y no vale la pena andar echando de menos ninguna batallita. Ahora luce el sol y vuelven a mi, casi vacía, cabeza cientos de proyectos de cortos y largos viajes. Pensándolo bien: gafas de sol, cerveza fría, chicas en tanga,… Esto del buen tiempo tampoco es como para despreciarlo. Por cierto, tengo que empezar a pensar en lavar la moto, ahora la mierda se nota el doble y no vale la excusa de "¿Para qué la voy a lavar si va a llover?".
MATEO

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