domingo, 9 de agosto de 2009

La esquina del viento(El número 69)



El número 69
Número 69 de nuestra revista favorita y el redactor jefe me propone "¿podrías escribir acerca de sexo?". Lo siento por él, pero yo es que me canso con sólo escribir de sexo y además, tanto mi religión como mis fuertes convicciones morales me impiden hacerlo. No obstante, siendo una petición especial y a sabiendas de que existen miles de mujeres que suspiran por mí en este triste mundo, contaré algunas cosillas.

Sé que muchos de vosotros os sorprenderíais de la cantidad de conocimientos que atesoro sobre el sexo y no me gusta presumir. Tengo que deciros que Mateo al sexo es como Félix Rodríguez de la Fuente a la fauna ibérica. Por ello intentaré hacer un breve planteamiento de unos cuantos puntos, muy básicos.
1-. Las cosas muy claras: yo soy macho macho, pero vamos, macho con todas las letras mayúsculas, y para que no quepa duda os diré por ejemplo que tengo las hormonas masculinas del tamaño de albondigas caseras, de estas que se aprovechan para hacer trasfusiones a maricones arrepentidos y a los cuatro días les salen pelos en el pecho como cuerdas de violonchelo. Para mear tengo que ponerme a cinco metros de la pared para no arrancar los azulejos de la pared a 60 atmósferas de presión. La operación de apéndice me la hicieron entre mi madre y mi hermana porque me negué a que me viera un tío en pelotas. Que por el cero no me pasa ni el bigote de una gamba a martillazos, y que dispongo de prepucio, pucio y postpucio. Bien, pues dicho esto y una vez aclarada mi situación ante el tema sexual pasemos al punto siguiente.
2-. Mujeres. A pesar que conozco a algunos que disfrutan con ovejas, a mi no me queda más remedio que pensar en mujeres y aquí comienza el problema. La palabra mujer no está muy bien definida y abarca términos tan amplios como desde la gorda a la que le chorrean los "molletes" de carne, cara de mala hostia y carácter avinagrado, que trabaja conmigo; hasta la rubia escultural de cuerpo de guitarra, cara de virgen y tetas caidas hacia arriba con la que me cruzo cada mañana.
El problema está en que a las dos se les llama mujeres y yo estoy convencido que ni siquiera pertenecen a la misma raza y mucho menos al mismo sexo. De hecho tienen el mismo parecido que un perro con un piano de cola. Pero a pesar de todo, estoy seguro de que casi todos estamos de acuerdo y que en general nos gustan los del sexo contrario. Jamás hubo una palabra mejor puesta que esa: "contrario". Vista la cantidad de problemas que esto causa, os recomiendo a todos que hagáis como yo: castidad absoluta.
3-. ¿Cómo se llega a esta solución tan dramática? Pues muy sencillo. Intenta recordar el proceso completo. Lava la moto, intenta ponerte guapo, véte a un bar de gilipollas, elige una chica, pégate del orden de media hora mirándola con cara de imbecil, habla con ella, cáele bien, invítala a unas cuantas copas, llévatela a dar una vuelta, convéncela de que va a disfrutar del encuentro, y si todo esto ha salido bien, ahora, completamente cansado, medio borracho y teniendo en cuenta que ya deben ser las cinco de la mañana… pues sí… ahora te toca cumplir. Mínimo media hora saltando, empujando y, por supuesto, asegurándole que la quieres más que al carburador de tu moto. Y ahora dime, ¿realmente merece la pena? Lo dudo mucho.
4-. Hazte Monje Cartujo, disfruta de la meditación, de una relación mística con seres no terrenales, de la buena comida, de la abundante bebida y, si te sientes muy apretado, recuerda que un vaciado rápido cuesta aproximadamente cinco mil.
Con estos breves consejos sobre sexo, me despido por este mes, confiando en que nadie me haga ni puto caso. Joder y ser jodidos. Rodad, disfrutad, y lo más importante, que cada uno disfrute con lo que quiera. Si a ti lo que te da gusto es pegarte martillazos en el nardo, pues adelante.
MATEO

No hay comentarios:

Publicar un comentario