sábado, 8 de agosto de 2009

La esquina del viento(El porqué de las cosas)



El porqué de las cosas
Me parece recordar que cumplía siete añitos: tarta, fiesta con los amiguitos, chocolate caliente, Fanta de naranja y algún que otro regalito. Entre estos regalos estaba un librote con letras muy gordas y muchos dibujitos que se titulaba «El porqué de las cosas» y explicaba temas sencillos como, porqué las mamas se ponen gorditas cuando van a traer un hermanito, porque se nos caen los dientes, porque los perros no hablan, y cosas así.

Lo cierto es que aunque sí que recuerdo porqué engordan las mamas, no me acuerdo de porque hostias los perros no hablan y lo único que realmente aprendí con aquel puto libro es que las cosas suelen tener un porqué, un motivo o una razón para su existencia. Seguramente estarás pensando: bueno, y a mí porqué coño me ha de importar la puta infancia del gilipollas éste.
Te lo explico. Retrocedo tres años en el tiempo. Mi colega el Ata —llamado así por dedicarse al negocio de los ataúdes y transporte de fiambres— decide pegarse un fin de semanita en la playa con su parienta y rulando con su máquina. En esta noble labor andaba cuando a un "hideputa", se le ocurre saltarse una doble línea continua para llevarse por delante a su moto, su parienta y su pierna. A la moto que le den por el culo, a la parienta la pudieron arreglar con un par de intervenciones quirúrgicas, pero lo de la pierna tuvo un peor arreglo. Tres años después de aquello, después de más de 400 días de hospitalización, 8 operaciones, 7 meses con hierros y tornillos dentro de la pierna y de haberle injertado en la pata el músculo dorsal que extrajeron de su propia espalda, este buen hombre aún anda con muletas y pasea un pierna que más bien parece un jamón de cinco jotas.
Aunque pueda parecer lo contrario y a pesar de no haber podido volver a su trabajo, y mucho menos andar en moto, él no lo lleva demasiado mal. Sale con los colegas e incluso de vez en cuando se atreve a ir a alguna concentración, pero eso sí, en coche adaptado para minusválidos.
La historia comienza cuando le decimos: "Venga Ata, échale ‘guevos’ y te vienes a Pingüinos". Y ahí está el tío, el primero. El viaje no lo cuento porque ya lo hice en otra parte y porque no viene a cuento, de modo que, a lo que vamos. Llegamos a la zona de acampada con más frío que vergüenza. Nos reagrupamos todos y cuando vamos a entrar, el coche no puede pasar. Me quito el casco, le explico toda la película y me dicen que es norma nueva y sin excepciones. Sin ponerme nervioso y amablemente les pedí que me llevasen ante el responsable de la organización, el cual igual de amablemente y sin ponerse nervioso, me vino a explicar que le importaba un pijo, que si mi colega no puede andar, que acampáramos en un barrizal que había a unos dos mil metros, donde si que podían entrar con los coches y que ya se imaginaba que la norma no iba a gustar a mucha gente, pero que las normas son las normas y no pensaba infringirlas ni por un cojo ni por un manco.
Habíamos pasado setecientos kilómetros pasando frío para divertirnos y no era cuestión de empezar la fiesta partiéndole la cara al puto organizador. Convencimos a una chica para que nos dejase pasar a descargar al jodido cojo, sacamos el coche y así no pasar el fin de semana cojo arriba y cojo abajo, como era nuestra obligación.
Pero digo yo ¿porqué se hacen concentraciones?, ¿acaso no se trata de encontrar un punto de reunión donde los motoristas podíamos pasarlo bien y compartir experiencias? Lo más importante de una concentración ¿no son los motoristas?, ¿los que ahora están minusválidos, ya no sirven? ¿se puede saber que mierda de espíritu impera en una concentración donde a un biker, por el simple hecho de estar jodido lo dejan fuera? No me cabe duda alguna de que los señores de turismoto (y lo he escrito con minúscula porque me sale de los cojones), cuando empezaron con su concentra tenían un auténtico espíritu biker, pero me da a mí en la nariz, que con los años y el dinero que a buen seguro ganan todos los años, se le ha olvidado un poco el origen de toda la historia.
Bueno, pues me he quedado mucho más a gusto después de soltar todo esto, que estoy seguro que le va a molestar a bastante gente, pero para ser sincero me la suda y me despido deseando que ese fulano que me dio aquella explicación tan técnica de porqué mi colega se tenía que quedar fuera, se vea, al menos durante un tiempo, en puta silla de ruedas y pruebe en su puto culo cómo debe de sentirse él que, mientras más jodido está, más por el culo vienen a darle.
MATEO

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