martes, 4 de agosto de 2009

La esquina del viento(En Blanco y Negro)



En Blanco y Negro
Si no te encuentras muy bien de ánimos, si por cualquier motivo has tenido un mal día, y lo único que te apetece es leer tu revista y divertirte un poco, mejor no sigas con este artículo, porque hoy sencillamente me he despertado en blanco y negro.

Ya sabes, uno de esos días en los que nada tiene color, o en los que, al menos yo, no soy capaz de apreciarlo. Me gustaría escribir sobre una de esas anécdotas graciosas que tantas veces me ocurren y compartirla con vosotros imaginando que tomáis una birra mientras os reís con esta esquina, pero sencillamente, hoy tendría que mentir demasiado para escribir algo así. Me siento vacío y triste. Hoy no me caben abrazos en el cuerpo, no me caben bromas en el bar, hoy no me caben más palmadas en la espalda, ni siquiera en la cara. Hoy no me cabe cerveza en el cerebro ni música en el estomago, no me caben sonrisas en la cara ni palabras en el pecho. Hoy estoy jodido. Podría deciros que ni siquiera sé porqué me encuentro en este estúpido estado de hundimiento anímico, pero sería sólo otra mentira, y además una mentira sin sentido ya que ni a vosotros os importa, ni a mi me va ayudar contarla, de forma que me la pienso ahorrar. Hoy es uno de esos días en los que te gustaría que alguien recogiera las cartas y volviese a repartir para empezar de nuevo esta jodida partida de póker que es la vida.
Sólo sé que no me gusta estar así y que las cosas que cada día te ayudan a seguir adelante hoy me parecen sin sentido. Beber no va a solucionar nada y, a la palabra amigo, hace ya tiempo que se le cayeron algunas letras. Si alguno de vosotros, por casualidad, ha leído alguna de mis esquinas, sabrá que siempre he defendido a las personas por encima de las máquinas y quizás se sorprenda de lo que digo ahora, pero hoy sólo mi moto puede sacarme del blanco y negro.
Bajar al garaje, coger mi vieja chupa, el casco abierto, arrancarla y salir a rodar con ella. No me apetece llegar a ningún sitio, encontrarme a nadie, elegir destino. Hoy sólo me apetece conducir. Tomar una carretera al azar, abrir gas y sentir que estamos solos. Dejar que el aire me golpee en la cara, sentir las vibraciones al final de mi espalda, mirar al frente y seguir rodando. Sabiendo que en la carretera no hay nadie, que no tengo porqué parar y que no necesito dar explicaciones, que no hay música de fondo, que no hay más limites que los que yo me marque y que sólo tengo que retorcer mi mano derecha para ir más deprisa. Adelantar coches llenos de gente, camiones cargados de bultos y motoristas a los que no pienso saludar. Hoy sólo me apetece rodar hasta que me duela el culo y entonces pararé en algún sitio donde no haya nadie, donde ningún colega me pregunte qué vamos a tomar y ningún estúpido transeunte me asalte con preguntas sobre mi moto. Hoy mi hierro es la única compañía que me apetece. Esa que no me va a intentar dar ánimos, ni me va a decir que no sea gilipollas y que no hay sentido para estar así. Esa que sólo me mira y espera pacientemente a que de nuevo decida montarla y dejar que el asfalto corra debajo de nosotros.
Estoy seguro de que mañana me arrepentiré de haber escrito esto, que volveré a tener mi buen humor, mis ganas de beber, de estar con mi gente y de darle por el culo a este puto mundo riéndome de él. Estoy seguro de que cuando publiquen estas líneas ni siquiera recordaré por qué hostias las he escrito. Pero hoy, eso no me sirve de nada y sólo me apetece compartir este estúpido día con ella. Y creo que acabo de darme cuenta del porqué. De porqué mi moto me aparece ante los ojos limpia y clara, en un día en el que todo ha perdido su color. La muy puta es blanca y negra.
MATEO

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