domingo, 2 de noviembre de 2008

Harley-Davidson, volando libre

Ahora que los Estados Unidos de América, por culpa de su esquizofrénico sistema financiero, parecen abandonar la cabeza del pelotón de la economía mundial, no conviene olvidar algunas de las realidades que caracterizan a este país.
El gran valor americano y su gran baluarte moral ha sido la libertad, libertad que simbolizan tanto los «tiburones» de Wall Street jugando a la economía de casino como los «colocados» hippies del San Francisco de los 70. Y también, cómo no, la Harley Davidson, una moto que ha traspasado la línea de lo simplemente empresarial para pasar a formar parte de la mitología colectiva, mitología potenciada por el cine y la música y que los directivos de Harley-Davidson (HD) tienen muy presente, con una forma de trabajar que prima la marca y el espíritu sobre todas las cosas.
Así lo asegura Josep Granyó, el máximo responsable en España de Harley-Davidson, que ve como después de que la compañía creara su filial española en 2004, la afición motera ha crecido en nuestro país como la espuma. El año pasado 4.750 personas alcanzaron su sueño americano en España, lo que supuso para la empresa una facturación de 40 millones de euros. Para este año, cómo no, su cifra de ventas será menor, si bien Granyó asegura que «menos que otros, ya que en un mercado que cae entre un 20% y un 30% nosotros caemos sólo un 10%». El cliente de HD es especialmente fiel a esta moto —por lo general, un auténtico «friki»— y eso beneficia a la compañía porque quien anhela una Harley no se conforma con otra cosa, sino que paga religiosamente los entre 15.000 y 17.000 euros que vale de media una Harley, tan mítica que tiene hasta el sonido de su motor patentado.
Sistema de distribución
Para el responsable español de la empresa «uno de los factores clave en el éxito de Harley es la distribución, que otros están intentando copiar ahora. La máxima de nuestra filosofía es ‘el cliente es el rey’, y nosotros satisfacemos todos sus deseos mediante una red de concesionarios exclusiva». Por ello, sus tiendas son exclusivas y sólo venden productos de Harley, desde las propias mots hasta cualquier objeto de ‘merchandising’. «La experiencia que queremos transmitir sólo se consigue mediante un concesionario oficial», dice Granyó, «el cliente puede personalizarse la moto, eligiendo modelo, color y muchas cosas más. Luego, la moto se pide y se le trae desde nuestro almacén central en Europa, que está en Bélgica, o se le fabrica desde Milwaukee y en un mes la tiene aquí».
Esta consideración de marca «premium» que tiene en Europa —relacionada con su política comercial— es lo que está salvando a HD de que sus ventas se hundan. No pasa así en Norteamérica, donde un 50% de las motos de alta cilindrada son Harley. Por eso, quizás, el mercado estadounidense es el que más cae, aunque, según Granyó, «España y Reino Unido» llevan la delantera en Europa.
En definitiva, todo un acierto empresarial para esta compañía que a principios de los años 80 bordeaba la bancarrota por la temible competencia de las maquinas japonesas. Entonces se optó por no imitar a las Honda o Yamaha de turno sino por crear un producto muy propio, y esa estrategia le está funcionando hasta el día de hoy.
Fuente:http://www.abc.es

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