sábado, 11 de julio de 2009

La esquina del viento(No vale la pena)


No vale la pena
Que quede claro que ésta es la primera y la última vez que escribo sobre este tema.
¡Qué no tío! ¡Qué no vale la pena! Estoy hasta la parte alta de la entrepierna de escuchar conversaciones y leer cartas sobre lo mismo. ¡Qué si H.D., qué si las japos! ¡Qué si auténticos, qué si domingueros! ¡Qué si melenudos grasientos o pijos de playa!
Anda y que les joda un pez nabo, pero a todos. ¿Se puede saber, qué leches nos está pasando? Yo creía que, como colectivo que comparte una afición, siempre nos habíamos distinguido por nuestra solidaridad y compañerismo y ahora resulta que nos pasamos el día poniéndonos a parir los unos a los otros. Y todo ello en base a la marca de nuestra máquina o los colores de nuestra chupa. Para acabar de arreglar la cosa, el pique antes estaba entre "RRR´s" y "Custom", pero ahora se anima el cotarro. Entre las custom, además, se debe tener en cuenta la marca de la máquina e incluso dentro de esto, los colores de tu chaleco.
He llegado a leer críticas porque algunas concentraciones incluyen shows eróticos, y no te cuento ya, por tener que verlo rodeado de "sucios tipejos de aspecto indeseable". Personalmente estoy seguro de haber alucinado con alguno de estos Shows (todavía me dan calenturas acordándome de Faro) y además no recuerdo que nadie remachara las pestañas o me escayolase el cuello para obligarme seguir mirando. Respecto a los "sucios tipejos", si alguno de esos a los que tanto les molestan, probase compartir la mesa con ellos, se daría cuenta que la mayoría resultan ser unos tíos cojonudos, sin prejuicios de ningún tipo y que a lomos de sus monturas llevan más kilómetros hechos que un hijo de puta buscando su partida de nacimiento. Durante todo el tiempo que he compartido con ellos, además de no pegarme ningún piojo, no recuerdo haberlos visto meterse con nadie, sencillamente van a su rollo y les importa una mierda lo que los demás hagan o puedan pensar de ellos.
Creo que cuando me pongo mi vieja chupa, un poco sucia y llena de mosquitos (todavía no he aprendido a esquivarlos), no ofendo a nadie. De verdad, lo hago porque me gusta y me siento bien cuando la llevo. Yo no suelo cortar el encendido, ni quemar goma, pero te puedo asegurar que me importa un pijo lo que tú hagas con la tuya, como si la quieres pintar de verde y tirarla al río si eso te parece divertido.
Cuando salgo como mi moto, voy a divertirme y a olvidarme de tanta estricta orden que me veo obligado a cumplir entre semana. Eso no quiere decir carta blanca para hacer el salvaje por la carretera, pero tampoco pienso consentir que me corten el rollo continuamente.
Haciendo uso de las dos únicas neuronas que me quedan en funcionamiento, puedo llegar a comprender que las personas ajenas al mundo de la moto, tengan una imagen errónea de lo que somos en realidad. Pero lo que de verdad llega a colmar el vaso, es que seamos nosotros mismos los que no paremos de tirarnos los trastos a la cabeza unos a otros. ¿Tan difícil es buscar lo que tenemos en común y no lo que nos diferencia? Porque si seguimos así, estoy convencido que vamos a acabar sustituyendo el jodido código de circulación por alguna Encíclica del Papa y en las concentraciones todos vestidos de Smoking y viendo el show del pato Donald para pasar la noche.
MATEO

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