domingo, 16 de agosto de 2009

La esquina del viento(El Pinbul)



El Pinbul
"Niño ¿ese perro que marca es... un "Pin Bul"? ¿Desos que se comen a la gente? Bueno, pues a ver si lo atas de toas maneras y le pones un bozan". Y a Ud. señora ¿no habría que ponerle un bozal? Además incluso en el hipotético caso de que le diese por comerse a alguien, ¿de verdad cree Ud. que iba a empezar por una gorda y fea?

Me cago en la mesita de noche del hijo de Ana Obregón y en los muertos más recientes de todos los redactores de telediarios que cada vez que se quedan sin noticias de esas tan interesantes a las que nos tienen acostumbrados (la última pelea entre la hija de una folklórica y el picolo que se la tira), no se les ocurre nada mejor que meter la historia de un perro que le muerde a alguien. Este año les ha dado por los jodidos canes, como si nunca hubiese habido perros, o como si estos no mordiesen desde que, según Darwin, la evolución les llenó la boca de dientes. Y lo cierto es que ya me están tostando los cojones, porque hace seis meses todos los noticiarios contaban que un "hideputa" le había cascado un buen montón de hostias a su costilla y no he oído yo, que ahora los tíos tengan que estar en casa con bozal o con las manos atadas. Lo cierto es que si la cosa sigue así vamos a tener que cogérnosla con papel de fumar, porque el día que a tu parejita del alma se le infle la versión femenina de los cojones, te planta una denuncia por "malos tratos psicológicos" y terminas cobrando la jubilación en "la del Puerto de Santa María".
Pero lo mas curioso de todo esto es que yo, que hasta hace poco tiempo no me había dedicado a otra cosa que no fuese yo mismo, que siempre me he comportado como un autentico mamón, haciendo única y exclusivamente lo que me apetecía sin importarme un pijo lo que les pareciese a los demás, ni mucho menos la opinión que de mí pudiesen tener, pues bueno, aburrido de que todo el mundo me mirase mal y de ser "el vecino raro", decidí experimentar cambiando de actitud. Dentro de esta extraña política de reconciliación con el mundo que me rodea y que incluye términos tan novedosos para mí como acudir a las reuniones de la comunidad de propietarios, interesarme por las macetas de mi vecina e incluso hacerme con un cuadrúpedo casero que me permitiría bajar a pasearlo, entrando así en contacto con el resto de mis conciudadanos que cada tarde, amablemente pasean a sus mascotas en buena sintonía. Bueno, pues nada, está visto que cuando uno nace atravesado, la cosa no tiene arreglo. Por mucho que lo intente, lo mío es ser un "raro", "macarra" o como te dé la gana llamarlo.
¡Mira que mi saco de pulgas con orejas, es la cosa mas amable y simpática que despachan en perro!, sin otra intención que menear el rabo, mearse en todos los arbolitos e invitar a todo el que pase para que juegue con él o le tire un palo para traérselo corriendo. Pues sencillamente da igual, ahora todos los perros son asesinos y por supuesto, si los pasea un melenudo tatuado, el pobre animal en cuestión inmediatamente se convierte en el una mezcla entre el Yeti y Godzila.
Se ve que no tengo buena fortuna para eso de integrarme en la sociedad. Es más, estoy seguro de que si algún día me diese por ir a misa, este jodido país se volvería islámico en menos de dos semanas. Pero qué le vamos a hacer, tampoco es que me importe demasiado, lo que ocurre es que de todo se harta uno, incluso de ser "ese tipo extraño que vive en el primero", por mucho, eso sí, que esto te dé ciertas ventajas como que nadie te pida prestado el taladro o haya vecina que se atreva a solicitar un poquito de vinagre.

MATEO

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